Ese efímero objeto que rodea mi muñeca izquierda.

¿Nunca habéis tenido la sensación de que el tiempo se ha parado?, a mi muchas, demasiadas y más en este último año, hace un par de semanas rompí el cuarto reloj en menos de once meses, sí, sí, el cuarto, y eso que soy diestro, estoy pensando que tengo la muñeca izquierda a prueba de todo tipo de golpes, más dura que cualquier reloj jamás fabricado. Da igual de donde lo consiga, de la joyería, del relojero, del chiringuito de fiestas, o incluso de la caja de cereales. Ni como funcione, si es digital, de aguja, o de sol… No importa ni la marca ni el modelo que sea, ya puede ser el original Kellogg, el novedoso Calipso, o el clásico Casio. Por cierto, este último modelo (el que aparece en la fografía), que a todo el mundo se le rompe la correa antes que la pantalla, bueno a todo el mundo, menos a mí, que casualidad. Siempre habrá algún conocido que te diga: “pues yo tengo uno igual sin correa desde hace 20 años y aún me funciona”, sí, claro, funciona durante la eternidad porque lo tiene en lo más profundo del cajón de la mesilla, alimentándose del polvo que le cubre. Estoy convencido de que el primer arqueólogo que abrió la tumba de Tutankamon se encontró con un Casio funcionando en la muñeca del Faraón.

Aquí me tenéis, en pleno siglo XXI preguntándome si algún día encontraré una buena esposa… para mi viuda muñeca izquierda.
Hasta pronto y que el tiempo no se pare.