14 de junio de 2010

El Síndrome Homer Simpson

Hoy ya he cumplido un año más, ya soy un poco más viejo, un poco más gordo y un poco más calvo, sólo falta que mi piel se vuelva amarilla, pero, ¿alguien conoce un remedio efectivo contra esta epidemia?

3 de junio de 2010

Cartas del destino

El tiempo repartirá las fichas
él te dará sus cartas marcadas,
piensa que ellas te arrastrarán
a la avaricia, a vencer o fracasar.

Puedes perder lo que tengas,
puedes obtener lo que quieras,
eso de penderá de tu destreza.

Tu vida se debate
entre tréboles, picas,
corazones y diamantes.

Ahora en tu mano está
escalera, trío, o pareja.

Disimular será trascendental,
timar, engañar, estafar,
para intentar ganar.

Cámaras vigilan la jugada,
alguien guarda una carta
debajo de su manga.

Puedes llegar muy alto,
pero al final tenlo claro,
cero será tu saldo.

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Aunque algunos piensen que este poema va sobre el Póker, pues en parte se equivocan, sólo ha sido el pretexto ideal para hablar sobre la vida, la sociedad y parte que nos rodea.

Está claro que todos los recién nacidos no son iguales ni nacen con las mismas oportunidades, (cada uno tiene sus fichas y sus cartas). Con esa premisa empieza toda la vida, a partir de ahí todo se puede modificar.

Cada persona tiene sus cartas, los tréboles representa a la salud, las picas, al trabajo, los corazones, a la familia, los amigos y el amor, y los diamantes a la riqueza material. A partir de ahí cada carta tiene su valor.

Todo el mundo sabe que nadie muestra todos sus naipes, y que la apariencia, el disimulo y el engaño, está a la orden del día. Por desgracia, pocas, muy pocas veces el que gana es el que se lo merece. No es un secreto que la sociedad está corrompida por la codicia.
Con este panorama nos despojamos de la libertad para malvenderla por seguridad. Es que hecha la ley, hecha la trampa y siempre hay algún traidor que guarda cartas debajo de su manga.

Pero, tranquilo, el tiempo es tan brutalmente justo, que para absolutamente todos, nos espera el mismo final, perderlo todo, para regalar gratuitamente a los demás nuestro pasado en forma de recuerdos.


1 de junio de 2010

Sudor y cenizas

Aun no ha llegado el verano y ya estamos
sufriendo un Tsunami de calor.


Donde hay momentos del mediodía donde no sabes donde meterte,
que te tienes que introducirte en un coche sin aire acondicionado, bueno el aire lo tienes a condición de bajar la ventanilla, pero claro, la brisa que entra está más caliente que el del propio motor. Y cuando tienes que salir a la calle, hasta la tela más fina te pesa como una losa.

Por las noches si duermes con la ventana abierta, el zumbido y el constante ataque de decenas de insectos no te dejan pegar ojo, si la cierras te ahogas en tu propio sudor, si decides activar el ventilador… Eso mejor ni pensarlo, es peor el remedio que la enfermedad. El caso es que no hay noche que uno descanse a gusto. Con lo que esto acarrea para el día siguiente.

Ahora nuestra piel está perpetuamente bañada en nuestro propio sudor, ese sudor incómodo e innecesario que nos proporciona ese cansancio tan molesto que nos aborda al mínimo esfuerzo. Este maldito sofoco que te hace aflorar el mal humor que uno tiene consigo mismo y que en ocasiones lo contagia involuntariamente.

Dicen que la primavera, la sangre altera, a mi, personalmente me la quema, literalmente, noto que se me evapora por cada poro, que me desgasta, que me deshincha el cuerpo y el buen rollo.

Este dichoso calor que quema nuestros bosques, nuestros campos y nuestra Tierra, que expande el polen y la pelusa tan molestos para los alérgicos, este condenado bochorno que hace multiplicar a las moscas, mosquitos y demás vampiros, que nos dejan en nuestra piel una cordillera de granos. Lo peor es que esto acaba de empezar ¿y qué podemos hacer?

Sólo queda refugiarnos, bajar las persianas, y esperar a que el precioso otoño llame a nuestra puerta con sus maravillosos tonos morrones y su refrescante viento.