1 de junio de 2010

Sudor y cenizas

Aun no ha llegado el verano y ya estamos
sufriendo un Tsunami de calor.


Donde hay momentos del mediodía donde no sabes donde meterte,
que te tienes que introducirte en un coche sin aire acondicionado, bueno el aire lo tienes a condición de bajar la ventanilla, pero claro, la brisa que entra está más caliente que el del propio motor. Y cuando tienes que salir a la calle, hasta la tela más fina te pesa como una losa.

Por las noches si duermes con la ventana abierta, el zumbido y el constante ataque de decenas de insectos no te dejan pegar ojo, si la cierras te ahogas en tu propio sudor, si decides activar el ventilador… Eso mejor ni pensarlo, es peor el remedio que la enfermedad. El caso es que no hay noche que uno descanse a gusto. Con lo que esto acarrea para el día siguiente.

Ahora nuestra piel está perpetuamente bañada en nuestro propio sudor, ese sudor incómodo e innecesario que nos proporciona ese cansancio tan molesto que nos aborda al mínimo esfuerzo. Este maldito sofoco que te hace aflorar el mal humor que uno tiene consigo mismo y que en ocasiones lo contagia involuntariamente.

Dicen que la primavera, la sangre altera, a mi, personalmente me la quema, literalmente, noto que se me evapora por cada poro, que me desgasta, que me deshincha el cuerpo y el buen rollo.

Este dichoso calor que quema nuestros bosques, nuestros campos y nuestra Tierra, que expande el polen y la pelusa tan molestos para los alérgicos, este condenado bochorno que hace multiplicar a las moscas, mosquitos y demás vampiros, que nos dejan en nuestra piel una cordillera de granos. Lo peor es que esto acaba de empezar ¿y qué podemos hacer?

Sólo queda refugiarnos, bajar las persianas, y esperar a que el precioso otoño llame a nuestra puerta con sus maravillosos tonos morrones y su refrescante viento.

1 comentario:

Unknown dijo...

Para gustos, los calores. Digo, colores xD.

Yo por ejemplo, amo el verano y la primavera...