25 de junio de 2008

La vergüenza nacional.

Dicen que el toreo es arte, si eso fuese cierto el canibalismo sería gastronomía. Comentan que torear es cultura, pues yo estoy convencido de que la tortura jamás será ni arte ni cultura. Por ello, ahora que la temporada de la matanza indiscriminada de toros está en pleno apogeo, les dejo un comentario que hice hace ya bastante tiempo:

En mi opinión un simple ruedo se asemeja a un pequeño desierto de arena amurallado, donde de bajo de un sol abrasador, multitud de personas esperan impacientes, sentadas en las gradas, para aplaudir y enloquecer viendo el violento holocausto de seis astados.

El sacrificio empieza con el sonido de los clarines y timbales, cuando de repente, aparecen en la arena, entrado por diferentes lugares, un morlaco, su verdugo y dos vasallos: Alguien montado a caballo, con una lanza en la mano y otra persona con unas puntiagudas banderillas que harán sentir al animal las primeras secuelas de la fiesta Nacional. Inmediatamente sale a escena un personaje vestido de luces, con un capote, donde con burla y engaños, hará atravesar una y cien veces al cornudo morlaco.

Al final el llamado torero atravesará con su espada las entrañas del animal que se queja mudamente cuando una muchedumbre enloquece aplaudiendo tal barbarie.

Los protagonistas tuvieron dos finales opuestos. Al inerte toro le mutilaron las orejas y posiblemente el rabo. El asesino salió levitando en volandas por la puerta más grande de la plaza.

Después de escribir esto, me pregunto: ¿quién es la auténtica bestia en esta celebración?.
En mi modesta opinión son los espectadores que pagan y se recrean con semejante atrocidad. Sin ellos la vergonzosa "fiesta nacional" jamás hubiese existido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y tal y tal