Estas líneas las quiero dedicar especialmente a todas las personas que no pueden festejar la Navidad ya sea por enfermedad, por luto, por tristeza o por cualquier dificultad.
Simplemente deseo recordar que el verdadero espíritu de estas fechas es revivir el nacimiento de la esperaza, de la paz y del amor; aquello que los cristianos llaman Dios.
Estoy convencido de que cada vez que gira el mundo hay nuevas oportunidades, nuevos retos, y aunque nos cueste creerlo cada día se cumplen grandes sueños y pequeños milagros. Ojalá que en el año que nos avecina consigamos nuestros propósitos y lo podamos festejar todos juntos.
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