Hace unos días, tuve la oportunidad de charlar con un inmigrante y preguntarle qué opinaban sus compatriotas sobre nuestro país. La respuesta, ya es más que conocida por nosotros, muchos de ellos piensan que España está llena de toros y toreros. Ufff… menudo panorama (pensé), un reino donde continuamente unos asesinos matan a los “cornudos”, y lo que es peor, donde la gente apoya y se enorgullece de este acto tan cruel. Bueno, aquí ya todos sabemos que es una realidad demasiado relativa.
Por suerte, ya hay varios territorios en nuestra nación donde esta humillación o ya está suprimida (en Canarias), o se va a eliminar en breve (en Cataluña). Por fin, ya muchas plazas de toros se convertirán en santuarios del auténtico espectáculo, como salones abiertos a conciertos, musicales, o teatros, o incluso rehabilitadas para ser pistas de tenis o de baloncesto, donde la gente jamás aplaudirá por la muerte de un animal.
Los taurinos están preocupados porque si se prohíbe la “fiesta nacional”, desaparecerá el toro de lidia. El mismo argumento que decían nuestros tatarabuelos a principios del siglo XIX cuando se inventó el automóvil. Ellos pronosticaban que los caballos se iban a extinguir porque nadie los iba a necesitar, porque nadie los iba a cuidar, porque nadie los iba a cabalgar. Pues ya han pasado más de un siglo, y se ha demostrado que eso son pamplinas y demagogia barata. Es más que probable que los caballos que hay en Europa sean más fuertes, más rápidos y más dóciles que los se utilizaban en las guerras de Napoleón.
Hace unos días se puso en el parlamento catalán los cimientos de un nuevo mundo más cívico y más humano, pero aun queda mucho trabajo por hacer, no sólo en España si no también en Centroamérica donde exportamos esta costumbre de dolor, sangre y sufrimiento tan innecesario.
3 comentarios:
Prohibido prohibir.
La finalidad real de esta entrada no es prohibir, si no concienciar, que es muy distinto.
no hace mucho que recibí un e-mail en el cual se contaba la historia de unos niños que a un gato lo golpeaban, le ataban cosas en la cola, le pegaban patadas, le clavaban clavos y muchas más cosas hasta que al final lo mataban, y una vez terminada esta historia y con los pensamientos que ella generaba, ponía que nos imaginásemos que los niños son unos toreros y el gato es un toro. al final todo es lo mismo, hacer sufrir a un animal hasta su muerte, una crueldad por mucha tradición que sea.
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