3 de septiembre de 2025

Mis días están contados y mis años también.

Cuando era niño quería un tente, lo tuve, luego unos legos, me los heredaron, más tarde un mecano, me lo compraron, después de la primera comunión, soñaba con un ordenador, me lo dieron, unos años más tarde, un PC más potente para conectarme a internet, me esforcé para conseguir buenas notas y lo logré. Antes de la mayoría edad, los primeros veranos, ya estaba currando en el campo, con ese salario, me saqué a la primera el carné de conducir, y mi madre cumplió su parte del trato: "si te sacas el carné a la primera, te compro un coche". Así fue, pero nadie me explicó, que siendo novel, te podía costar más, un año de seguro a terceros, que un coche de segunda mano. Pues a trabajar aunque fuera sin contrato y sin seguridad social, pero con un título bajo el brazo, pude trabajar en mi sector, pero, otro verano precario para mí, no puedo negar que esos meses aprendí mucho. Al siguiente curso ya pude hacer mi segundo grado medio, donde conseguí bastantes amistades, y grandes calificaciones, la mitad de ellas con un 9. Rozar y casi besar el 10, el deseo de conseguir la perfección del 10, me arrastró a la locura, hacer prácticas no remuneradas en una empresa, y al mismo tiempo, estudiar un curso puente que hoy está caduco y no vale par nada, pero hace 20 años era bastante peor que una selectividad. 

Con el tiempo pude conseguir superar el curso puente con un "gai" o "apto", en el BEC, de Barakaldo.
A las pocas semanas, me presenté y aprobé otra prueba con diferente temario en Calahorra, con un glorioso 7,71.

Llegaron los nubarrones y las vacas flacas a casa, tuve que volver al mundo laboral, gracias a mis calificaciones, aunque no tenía casi experiencia laboral, y menos que pudiera demostrar, pude currar de mantenimiento mecánico, otro sueño alcanzado, pero con el compromiso por parte la empresa de trabajar 13 horas los lunes, 12 horas de martes a viernes y el sábado, si había producción 8 horas, si no, obligatoriamente las horas necesarias para hacer el mantenimiento preventivo y correctivo. Así durante un año y un día. Esa fue mi peculiar mili, que me forjó tanto como mecánico, como persona.

Mi vida cambió un veintipico de Febrero del 2008, cuando en medio de las vacaciones que me dieron en esa empresa, un gran colega, se fue, para nunca más volver. Esa fue una metamorfosis vital personal.

Ya nada fue igual, me di cuenta que cualquier día puede ser el último, sentía en ese momento de mi vida, que estaba cavando mi tumba entre 60 y 70 horas cada semana, para salir de mi pozo personal, hundiendo, en ese momento mi precaria vida social.